viernes, 12 de abril de 2013

VIDA DE VIKTOR FRANKL: Fundador del Análisis Existencial y Logoterapia


VIKTOR EMIL FRANKL, fue un médico neuropsiquiatra austriaco, psicólogo individual y doctor en filosofía de origen judío, fue el creador del Análisis Existencial y Logoterapia. Recibió 29 títulos de Doctor Honoris Causa y es el autor de más de 30 libros, traducidos a diversos idiomas, numerosas conferencias, centros de promoción de la Logoterapia y numerosos discípulos en diferentes países del Continente Americano, en la India, Australia, Japón, así como en la mayoría de los países de Europa. 

Nació el 26 de Marzo de 1905 en Vienna, Austria. Perteneciente a una familia de padres judíos (Gabriel y Elsa) de clase media, era el segundo de tres hermanos (Los otros dos Walter y Stella). En su familia siempre existiría un clima de deber, respeto y afecto. Según se narra, expresó su deseo de ser médico desde los tres años de edad. 

Desde muy joven Frankl demostró gran interés en la Filosofía Existencial y la comprensión integral del Ser-Humano. Fue un ávido lector de Marx, Nietzsche, Kierkegaard, Schopenhauer, Scheler, Lenin, Freud y Adler. Su compromiso social fue siempre evidente, llegó a ser Secretario Nacional de la Juventud Obrera. Siempre luchó por la dignidad del Ser-Humano y la Re-humanización del mismo, especialmente contra las corrientes psicologistas y biologistas.

Según un pasaje narrado por Eugenio Fizzotti, cuando un profesor de ciencias naturales concluyó que la vida no era "más que" un proceso de combustión y oxidación”, Frankl se puso de pie y dijo: "Entonces profesor Fritz ¿Qué sentido tiene la vida?". Su interés se agudizó cuando un compañero de estudios se suicidó y se encontró junto a su cuerpo un libro del filósofo Friedrich Nietzsche.

Es importante destacar que Viktor Frankl, nunca realizó una formación o análisis formal en el Psicoanálisis Freudiano. Sus primeros conocimientos en Psicoanálisis los recibió de Eduard Hitschmann (1871-1957) y Paul Schilder (1886-1940) en las clases abiertas de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Vienna. Durante su formación médica tomó Contácto e intercambio correspondencia con Sigmund Freud (1856-1939), quien lo había influenciado a través de sus obras, siendo él apenas un adolescente.

El nacimiento del Psicoanálisis, había inspirado el deseo de ser psiquiatra, en el joven Víktor Frankl, quién en aquel momento se encontraba en la secundaria. Vienna en la década de 1920, se erguía entonces como “la meca de la psicoterapia”, con nombres tan prominentes como los de Sigmund Freud o Alfred Adler (1870-1937). Desde Suiza aparecían otros prominentes discípulos como Carl Jung (1875-1961) o Ludwig Binswanger (1881-1966).  

El único encuentro personal que tuvo con Freud, fue cuando lo encontró accidentalmente rumbo a la estación de tranvía a la salida de su universidad, lo siguió durante varias cuadras hasta llegar cerca de Berggasse, donde todos sabían en Vienna que vivía Freud. Frankl solía contar esta anécdota y agregar que “fue así se había convertido en un seguidor de Freud”.  Haddon Klinberg Jr. comenta que Frankl se acercó a él y con los modales de los vieneses le preguntó: 
-       Perdóneme, señor, ¿acaso tengo el honor de hablar con el profesor Freud?
-       Sí, ese soy yo.
-       Mi nombre es Viktor Frankl y…
-       Un momento, un momento – le interrumpió Freud – Viktor Frankl. Distrito segundo, Czerningasse, número 6, apartamento 23, ¿no es así?

Frankl quedó sorprendido que Freud, recordara con exactitud la dirección de su casa, desde la cual él había estado mandándole cartas hacía ya tiempo. Éste le pidió que le envíe un artículo para su revista literaria Imago, luego le recomendó hablar con el secretario de la Sociedad Psicoanalítica, para iniciar su formación. En aquel momento el responsable era Paul Federn (1871-1950), quién lo rechazó y le sugirió primero culminar sus estudios de medicina. 

Su postura nunca fue de conflicto, sino más bien de admiración y de respeto, hacia el pensamiento Freudiano; en sus memorias escribe: “El que me conoce, sabe que mi oposición  Freud, no me ha privado de rendirle el respeto que se merecía” (Frankl. 2006). El agradecimiento y respeto que Viktor Frankl muestra hacia el padre de la psicología, es reiterativo a lo largo de toda su obra: “Todos sabemos bien que Freud fue “el” pionero total y absoluto en el campo de la psicoterapia y estamos de acuerdo en que fue una personalidad con aspectos auténticamente geniales” (Frankl. 1980, 2003). Sin Freud, conceptos frankleanos como “inconsciente espiritual”, “noodinamia”, “voluntad de Sentido” y/o “Psicología de las alturas”, no tendrían mayor sentido. Tomando como referencia la frase de Stekel “Un enano sobre los hombres de un gigante, puede ver incluso más lejos que el propio gigante”.

Posteriormente realizará duras críticas a la teoría y método psicoanalítico, especialmente a su “antropología dualista”, al “pansexualismo”, al “biologismo reduccionista”, al “encuadre terapéutico carente de encuentro interpersonal”, al riesgo que implicaba “la hiperreflexión para el agravamiento de las neurosis”, a su “focalización en el pasado” y su “atención exclusiva por las expresiones más bajas de la realidad humana como son los instintos”, dejando de lado otros fenómenos más elevados (como el arte, la religión, el amor) o “reduciéndolos a mecanismos defensivos de carácter neurótico”, así también su “mirada causalista, carente de toda intencionalidad, finalidad o libertad humana”, la “focalización en el pasado”, las “excesivas interpretaciones”, entre muchos puntos más.

Antes de Freud, existía una Medicina Occidental, sin Psique, sin embargo, este cayó rápidamente en un Psicologismo. Luego de Freud, existirá pues para Frankl una Psicología, sin Espíritu. Es así que aunque  el gran mérito del Psicoanálisis fue “haber desenmascarado la Neurosis”, esta perspectiva cayó rápidamente en un “exceso de interpretación, que lo alejó de la ciencia” y “redujo incluso lo auténtico de la persona, a aspectos psicológicos”: “Sigmund Freud nos ha enseñado cuán importante es el desenmascarar. Pero creo que, en algún punto debe hacerse un alto, y éste se encuentra allí en donde el “psicólogo desenmascarador” se confronta con algo que ya no es posible desenmascarar por el simple motivo de ser algo auténtico. El psicólogo que aún allí no puede dejar de desenmascarar, sólo desnuda su propia tendencia inconsciente de desvalorizar lo auténtico en el hombre, lo humano en el ser humano” (Frankl, 2006).

Aún como estudiante de medicina contactó con Hugo Lukacs, quién le presentó a Alfred Adler. Frankl desarrolló gran admiración por Adler, por haberse atrevido a criticar abiertamente muchos puntos del psicoanálisis, en especial su “pansexualismo” y “reducción excesiva de lo humano a fenómenos subconscientes”. Inicia así su formación como Psicólogo Individual, logrando a sus 21 años la certificación con el Dr. Erwin Wexberg (1889-1957).

Frankl realizará su especialidad en Psiquiatría con el famoso psiquiatra Otto Pötzl (1877-1962), sucesor del famoso Ritter Julius Wagner von Jauregg (1857-1940), Premio Nobel de Medicina en 1927 y maestro de Jacobo Levy Moreno (1889-1974) y Pedro Lain Entralgo (1908-2001), entre otros. También se formará en Neurología con el Joseph Gerstmann (1887-1969), cuyo nombre se le atribuyó al Síndrome Angularis. Pötzl, en contraste con su eminente maestro Ritter Julius Wagner von Jauregg, adepto a la ideología Nazi de “esterilización forzada y limpieza racial”, ayudará a Frankl durante el dominio del partido nacionalsocialista a evadir las órdenes de eutanasia para pacientes judíos, alterando los diagnósticos de enfermedades psiquiátricas como esquizofrenias, en problemas de tipo orgánico como afasias, demencias o delirios febriles. 

En esta etapa Frankl se dedicará a la práctica Neuropsiquiátrica en Vienna, siendo inicialmente Jefe del Servicio del Pabellón de Mujeres Suicidas y posteriormente el Director del Rothschild Hospital. Frankl atendería un promedio de 3000 pacientes por año, garantizando así su experiencia clínica. Durante este periodo Frankl registró taquigráficamente todos los dichos y frases extrañas expresadas por sus pacientes, las mismas que pensaba publicar en un libro titulado “… y los locos dicen la verdad” (Frankl. 2006). 

Continuará con su labor en el Policlínico de Vienna, combinándola con su práctica privada en Psiquiatría y Neurología desde 1937. En esta fase se dedicará arduamente al desarrollo y maduración de sus propias ideas, las mismas que no fueron publicadas sino hasta 1945, tras su liberación de los Campos de Concentración. Existen sin embargo, diversas referencias históricas que demuestran de la creación del Análisis Existencial y Logoterapia en la década de los años 30, previamente a la experiencia de los campos de concentración. La primera referencia de Viktor Frankl al término “Logoterapia” data de una conferencia realizada en el año 1926. La denominación alternativa de “Análisis Existencial”, fue utilizada por primera vez en 1933, para aquel entonces ya había sistematizado varias de sus ideas principales. Será Wolfgang Soucek, quién años más tarde denominará oficialmente al “Análisis Existencial y Logoterapia” como la “Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia”. 

En aquel momento Frankl conoció a la que fuera su primera esposa, Tilly y contrajo matrimonio con ella, 9 meses antes de ser deportado a los campos de concentración. Por aquel momento, recibió también la invitación del consulado para obtener una Visa para los Estados Unidos. Esta Visa sin embargo, no podía extenderse hacia sus padres ancianos, a quienes había protegido hasta ese momento, con sus influencias. Él no había comentado nada al respecto a sus padres, sobre este hecho, que seguramente habría sido asumida por ellos como una gran noticia. Las agresiones hacia los judíos eran cada vez más explícitas y violentas y él temía por el futuro de sus padres. En aquel momento, sin saber qué decisión tomar Frankl reflexionó caminando a través de las calles de Vienna. Al llegar a su casa, vio un pequeño pedazo de mármol sobre la mesa: “¿Qué es esto preguntó a su padre?”. Era un pedazo de mármol que él había tomado de una de las sinagogas quemadas y demolidas por los nazis, su padre le indicó que correspondía a un pedazo de las tablas de los diez mandamientos. Frankl preguntó a su padre de cuál se trataba y este le respondió: “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas por mucho tiempo en la tierra…”. Frankl interpretó este hecho como una señal y dejó su visa expirar. En menos de un año, todos sus familiares, menos su hermana Stella que logró escapar, fueron deportados a los ghettos judíos y posteriormente a los campos de concentración.

Frankl atravesará la experiencia más trágica de su vida: Su aprisionamiento por más de 2 años en 4 campos de concentración nazi (Auschwitz, Dachau, Kaufering y Türkheim). Su padre moriría en sus brazos en Theresienstadt, su madre en las cámaras de gas en Auschwitz, su hermano Walter murió también en Auschwitz y su joven esposa Tilly, de apenas 25 años de edad, fue obligada a abortar y posteriormente murió en Bergen-Belsen.
Esta experiencia dio origen a su libro "El Hombre en busca del Sentido”, en el cual narra cómo experimentó el Holocausto en carne propia. Una vez liberado se enteró de la noticia de la muerte de su madre y de su esposa. Sumido en el sufrimiento y la soledad, se concentró en la redacción del libro: “Dictaba y dictaba, tres taquígrafas debían turnarse para seguir mi dictado y pasarlo a máquina – tal era la cantidad que diariamente sacaba de encima, en habitaciones sin calefacción, apenas amuebladas, con ventanas que en lugar de vidrios tenían tapas de cartón. Salía de mí a borbotones. Caminaba por la habitación dictando. De vez en cuando, aún me visualizo a mí mismo, me dejaba caer exhausto en un sillón y rompía en llanto. Tan emocionado estaba por mis propios pensamientos, que frecuentemente me sobrevenían con una dolorosa claridad. Las compuertas se habían abierto…” (Frankl. 2006). 

Es en los campos de concentración, donde realmente pondrá a prueba sus teorías y descubre la verdad existencial de la frase de Nietzsche: "Quién tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo". Se da cuenta de que aquellos hombres que sobrevivían mejor al campo eran los que tenían un "Sentido" para poder hacerlo. Desde entonces dedicaría su vida a ayudar a los demás a encontrar el "Sentido", capaz de ayudarlos a decir: "¡Sí a la vida a pesar de cualquier circunstancia!". Contacta en esta experiencia con la indigencia humana, su "Existencia Desnuda", sin nada más que su propio ser confrontado al sufrimiento inevitable, cuestionándose por el sentido de su propio sufrimiento y confrontado a su propia libertad y responsabilidad. Todo lo que valía la pena se le había arrebatado, menos su Libertad. Padeció hambre, frío y brutalidades en manos de los guardias y capos. En varias ocasiones estuvo a punto de morir, así como vio la muerte a su alrededor. 

Esta experiencia confirió a Frankl, la autoridad y experiencia para poder ayudar a las personas a alcanzar la esperanza y trascender sus dificultades con dignidad, a través del descubrimiento de un sentido para sus vidas y elegir una actitud correcta, incluso en las situaciones más difíciles o adversas: “lo importante no es ya lo que nos pasa, sino lo que hacemos con aquello que nos pasa”. Es a través de lo que el hombre experimenta, da y asume que uno puede descubrir el sentido de la vida, “en la vida misma". Frankl comprenderá la importancia del Amor, la Trascendencia y el Servicio, lo importante no es “lo que uno espera de la vida, sino lo que la vida espera de uno”. Esta experiencia le permitió poner a prueba el “poder de oposición del espíritu” y confirmar la importancia fundamental de las capacidades de auto-distanciamiento y auto-trascendencia, que serán fundamentales en su método psicoterapéutico. 

La versión original de "El hombre en busca de sentido" ha sido traducida a más de veinte idiomas y se han vendido muchos millones de ejemplares de la obra en todo el mundo. La "Library of Congress" en Washington la ha declarado como uno de los diez libros de mayor influencia en América. Muchas personas han leído "El Hombre en busca del Sentido", pero pocos conocen y comprender el pensamiento profundo de Frankl y su importancia dentro de la historia de la Psicología y la Psicoterapia. Por este motivo, Gordon Allport (1897-1967), le sugirió agregar a la versión original norteamericana, un anexo con una explicación sobre las principales ideas del Análisis Existencial y Logoterapia. Viktor Frankl, es sin duda uno de los autores más influyentes en la Psicología y Psicoterapia Moderna.
A su retorno, le concedieron la dirección del Policlínico Neurológico de Vienna, durante los siguientes 25 años. Se dedicó entonces a su práctica clínica, a escribir sus obras, a contestar la innumerable correspondencia que recibía diariamente y difundir su enfoque “Análisis Existencial y Logoterapia”, en diversos países de Europa, Norteamérica, America Latina y Asía.

Sus libros y testimonio personal tuvieron gran repercusión en los Estados Unidos, donde amigos suyos como Gordon Allport y Charlotte Bühler, se encontraban desarrollando las bases junto a otros prominentes psiquiatras y psicológicos como Abraham Maslow, Carl Rogers, James Bugental, Rollo May, entre otros, de lo que sería el nuevo movimiento de la Psicología, denominado “Psicología Humanística” o “Tercera Fuerza de la Psicología”. A pesar de las invitaciones de sus colegas Frankl se mostró distante, a pertenecer a este nuevo movimiento, con el fin de poder expresar algunas críticas sobre el mismo. Consideraba que muchas personas habían integrado ese movimiento más por una oposición a las dos anteriores tendencias (El Psicoanálisis y el Conductismo), que por una comprensión profunda y convicción en la dignidad de la Persona Humana. Existían así personas que conservaban tendencias reduccionistas sobre el Ser Humano y que exponían actitudes que iban contra su dignidad en aras de la “autenticidad” y “Autorealización”; incluso promoviendo aspectos poco saludables y presionando la expresión de emociones o tomas de consciencia. El Humanismo Americano de los años 60 distará del Análisis Existencial y Logoterapia de Frankl, en muchos puntos fundamentales, algunos de los cuáles iremos señalando a lo largo de este texto. 

Además de un científico destacado y apasionado por su trabajo, Viktor Frankl fue sobre todo un ser humano coherente, sensible y carismático, esposo, padre y abuelo ejemplar. Alpinista de montañas, aviador y caricaturista. Un hombre que había encontrado el Sentido de su Vida, ayudando a otras personas a encontrar su propio Sentido. 

El 21 de octubre de 1996, Viktor Frankl dictó su última clase magistral en la Universidad de Vienna. Durante este año su salud empieza a deteriorarse. 

Viktor Frankl murió el 02 de Septiembre de 1997, a la edad de 95 años, luego de permanecer durante tres días inconsciente tras una intervención quirúrgica. Unos días antes había muerto la madre Teresa de Calcuta quien años antes presentó una solicitud al Comité del Premio Nobel, para que el premio fuese otorgado a Viktor Frankl, sin embargo, esta solicitud no prosperó. Durante una entrevista Frankl contaba que su principal motivación en la vida fue “ser un buen médico, pero sobre todo seguir siendo un buen Ser Humano”.
 
Frankl fue un testigo del Siglo XX. Testigo de las más grandes atrocidades y más elevadas proezas de las que es capaz la especie humana, en su libro más famoso dirá: “Luego de Auschwitz sabemos de lo que el hombre es capaz, y después de Hiroshima sabemos lo que está en juego”. Fue también un científico con alma humanista y existencialista, testigo partícipe de los inicios de la Psicoterapia. Pero sobre todo fue un hombre que logró convertir el sufrimiento en sabiduría, el propio vacío en una misión en beneficio de otros y el destino inevitable la posibilidad de otorgar a la vida una respuesta y actitud positiva. 

Al respecto dirá el propio Frankl: “Es probable que, realmente toda persona que desarrolla un sistema propio de psicoterapia, al fin y al cabo escriba su propia historia clínica. El interrogante sólo es si es representativo para las neurosis colectivas de su tiempo. Entonces sería posible que pudiese sacrificar su propio sufrimiento para los demás, y su enfermedad pudiera contribuir a inmunizar a otros” (Frankl. 2006).

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